EL UNIVERSAL
SÁBADO 04 DE ABRIL DE 2009
DANIEL.BLUMROSEN@ELUNIVERSAL.COM.MX
Javier Aguirre podría encontrarse en la Selección Mexicana una situación bastante similar a la que provocó, en buena parte, su salida del Atlético de Madrid.
Porque el actual vestuario del Tricolor está partido, aunque no de forma radical, pero sí con ciertas diferencias entre los hombres que fueron convocados por Sven-Göran Eriksson.
Cuando El Vasco fue destituido de la dirección técnica de los Colchoneros, algunos jugadores expresaron su tristeza, pero es una realidad que la relación con hombres como Sergio Agüero se desgastó.
La unidad mostrada por la Selección Nacional durante la semana previa al choque contra Costa Rica y en el mismo partido frente a los ticos fue una forma de cerrar filas ante la adversidad. A final de cuentas, todos desean asistir al Mundial de Sudáfrica 2010, sin importar mucho quién ocupe el banquillo.
Pero la actual plantilla nacional se divide en tres grandes grupos: los veteranos, los jóvenes y los naturalizados, asegura una fuente que estuvo muy cercana al ex técnico sueco del Tricolor.
El primero está comandado por los hombres que han liderado al grupo durante los más recientes años, como Rafael Márquez, Pável Pardo y Oswaldo Sánchez. Jared Borgetti ya no está, pero se ha integrado gente como Carlos Salcido, Ricardo Osorio, Jonny Magallón y José de Jesús Corona, ya sea por su estatus de militar en el futbol europeo o por la afinidad con ciertos compañeros.
El de los jóvenes tiene en Andrés Guardado y Guillermo Ochoa a sus principales representantes. Un buen síntoma fue el agrado que le provocó al volante de La Coruña la decisión de Eriksson de colocar como titular al guardameta del América en lugar de Oswaldo.
Carlos Vela y Giovani dos Santos también están en el grupo, donde la edad es un tema importante, aunque no el único. Los hombres que no son tan constantes en las convocatorias, como Leobardo López, Julio César Domínguez, Óscar Rojas, Luis Pérez y Fausto Pinto también están, al igual que Omar Bravo y Aarón Galindo, quienes tienen mejor relación con hombres como Guardado y Ochoa.
El último es el de los naturalizados, liderado curiosamente por Nery Castillo, mexicano de nacimiento, pero quien tiene poca identificación con algunas costumbres del país.
No es una guerra declarada, sino cuestión de afinidades y convivencia, aunque es una realidad que el grupo no es homogéneo, como cualquier timonel anhelaría.
El reto para Aguirre será unificarlos en el terreno de juego para evitar una subversión mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario