Daniel Alves, Juan, Luis Fabiano y Kaká se encargaron de sentenciar un resultado inesperado y la mejor presentación de Brasil en las eliminatorias.
Uruguay vio impotente cómo los brasileños se limitaron a aprovechar sus graves errores y la calidad incontestable de sus jugadores para humillar a un cuadro charrúa que no perdía en casa con los brasileños desde cuando Nelinho y Zico dictaron un 1-2 en 1976.
Con este resultado, Uruguay quedó estacionado con 17 puntos, aunque sin seguridad con su quinto puesto amenazado y obligado a derrotar a Venzuela en la jornada del miércoles para seguir pensando en Sudáfrica.
Brasil llegó a los 24 puntos, los mismos del líder paraguyo que se las verá con Chile, aunque con mejor saldo goleador.
Todos los esquemas previos quedaron rotos a los once minutos de juego, cuando los brasileños, que hasta entonces se habían limitado a esperar un contragolpe, rompieron el partido gracias a un garrafal error del guardameta Sebastián Viera que destruyó de un plumazo las esperanzas del cuadro local.
El defensor del Barcelona Daniel Alves lanzó un muy lejano y aparentemente intrascendente disparo que, tras caer en el área chica, inexplicablemente se le escapó a Viera para introducirse mánsamente en la portería uruguaya.
Dolidos, los uruguayos se apropiaron de la pelota y pronto pusieron algo de peligro en el marco visitante, aunque, imprecisos y nerviosos, no lograron traducir en gol.
Las escaramuzas lideradas por Luis Suárez y Álvaro Pereira tropezaron en un fantástico Julio César, que no correspondieron a las facilidades otorgadas por su par uruguayo, y por la ansiedad de los delanteros locales.
Hasta la media hora de juego Brasil no volvió a cruzar el medio campo de la mano de Kaká, desaparecido hasta entonces, que comenzó a poner en marcha la maquinaria futbolística brasileño.
Luis Fabiano y al resto de los astros visitantes apuraron en un instante el área charrúa y pronto el defensor Juan forzó una intervención agónica de Viera a la salida de un córner para, en la jugada siguiente, casi idéntica, volver a rematar de cabeza y marcar el segundo para los brasileños en el minuto 35.
Una vez más, la desesperación uruguaya tras el gol visitante tropezó en dos ocasiones con un magistral Julio César, que desvió en un mano a mano agónico con Álvaro Pereira una pelota que ya era gol y poco después bloqueó otro contraataque del goleador Luis Suárez.
El segundo tiempo arrancó con un Uruguay desbocado al ataque pero sin gran peligro, mientras que cada vez que los pentacampeones del mundo cruzaban la cancha hacían temblar a los 60.000 espectadores del Centenario.
Y así llegó el tercero de Brasil, con un pase de Elano que habilitó a Luis Fabiano en un lateral del área y que no perdonó a los locales con un disparo cruzado seco y directo en el minuto 51 imposible de atajar.
Así las cosas, el partido se convirtió en una pesadilla para Uruguay, con Luis Fabiano merodeando el arco local como un zorro en un gallinero hasta su expulsión en el minuto 65 por doble amarrilla.
Mientras, la zaga brasileña neutralizaba con facilidad los desesperados ataques celestes.
El gol de penal de Kaká a los 73 minutos, que fue arrollado absurdamente en el centro del área local, sólo vino a confirmar la superioridad visitante y la incapacidad local para remontar el encuentro incluso con un jugador de más.
Uruguay vio impotente cómo los brasileños se limitaron a aprovechar sus graves errores y la calidad incontestable de sus jugadores para humillar a un cuadro charrúa que no perdía en casa con los brasileños desde cuando Nelinho y Zico dictaron un 1-2 en 1976.
Con este resultado, Uruguay quedó estacionado con 17 puntos, aunque sin seguridad con su quinto puesto amenazado y obligado a derrotar a Venzuela en la jornada del miércoles para seguir pensando en Sudáfrica.
Brasil llegó a los 24 puntos, los mismos del líder paraguyo que se las verá con Chile, aunque con mejor saldo goleador.
Todos los esquemas previos quedaron rotos a los once minutos de juego, cuando los brasileños, que hasta entonces se habían limitado a esperar un contragolpe, rompieron el partido gracias a un garrafal error del guardameta Sebastián Viera que destruyó de un plumazo las esperanzas del cuadro local.
El defensor del Barcelona Daniel Alves lanzó un muy lejano y aparentemente intrascendente disparo que, tras caer en el área chica, inexplicablemente se le escapó a Viera para introducirse mánsamente en la portería uruguaya.
Dolidos, los uruguayos se apropiaron de la pelota y pronto pusieron algo de peligro en el marco visitante, aunque, imprecisos y nerviosos, no lograron traducir en gol.
Las escaramuzas lideradas por Luis Suárez y Álvaro Pereira tropezaron en un fantástico Julio César, que no correspondieron a las facilidades otorgadas por su par uruguayo, y por la ansiedad de los delanteros locales.
Hasta la media hora de juego Brasil no volvió a cruzar el medio campo de la mano de Kaká, desaparecido hasta entonces, que comenzó a poner en marcha la maquinaria futbolística brasileño.
Luis Fabiano y al resto de los astros visitantes apuraron en un instante el área charrúa y pronto el defensor Juan forzó una intervención agónica de Viera a la salida de un córner para, en la jugada siguiente, casi idéntica, volver a rematar de cabeza y marcar el segundo para los brasileños en el minuto 35.
Una vez más, la desesperación uruguaya tras el gol visitante tropezó en dos ocasiones con un magistral Julio César, que desvió en un mano a mano agónico con Álvaro Pereira una pelota que ya era gol y poco después bloqueó otro contraataque del goleador Luis Suárez.
El segundo tiempo arrancó con un Uruguay desbocado al ataque pero sin gran peligro, mientras que cada vez que los pentacampeones del mundo cruzaban la cancha hacían temblar a los 60.000 espectadores del Centenario.
Y así llegó el tercero de Brasil, con un pase de Elano que habilitó a Luis Fabiano en un lateral del área y que no perdonó a los locales con un disparo cruzado seco y directo en el minuto 51 imposible de atajar.
Así las cosas, el partido se convirtió en una pesadilla para Uruguay, con Luis Fabiano merodeando el arco local como un zorro en un gallinero hasta su expulsión en el minuto 65 por doble amarrilla.
Mientras, la zaga brasileña neutralizaba con facilidad los desesperados ataques celestes.
El gol de penal de Kaká a los 73 minutos, que fue arrollado absurdamente en el centro del área local, sólo vino a confirmar la superioridad visitante y la incapacidad local para remontar el encuentro incluso con un jugador de más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario