EL UNIVERSAL
LUNES 09 DE FEBRERO DE 2009
DANIEL.BLUMROSEN@ELUNIVERSAL.COM.MX
Cabizbajo, con la mirada absorta, las manos en los bolsillos del pantalón y a paso muy lento, soportando el “¡Fuera, fuera!” que acompañó su andar. Así se fue Ramón Díaz de la cancha del Estadio Azteca. Estampa perfecta de la frustración que experimentó un hombre al que el orgullo lo traicionó, que prometió un mejor América después de las primeras cuatro jornadas del Clausura 2009.
“Nunca en mi vida he pasado por esto”, admitió Díaz. “Entiendo a la gente, porque el América tiene equipo para mucho más. Sólo los jugadores pueden revertir esta situación, ya sea en la táctica, que jueguen, o en la forma de hacerlo”, añadió el estratega.
Sin embargo, el tropiezo de ayer, a manos del Pachuca, hizo olvidar a la directiva azulcrema su promesa de mantener al Pelado amén de cualquier resultado.
“No nos gusta nada lo que sucedió, hasta mañana (hoy) nos reuniremos con el cuerpo técnico y se tendrán noticias”, advirtió el presidente Michel Bauer.
El 33% de efectividad que tienen las Águilas está muy lejos de lo prometido por El Pelado luego de la eliminación en la Interliga, aunque no de la tendencia que marcan los resultados obtenidos frente a sus cuatro primeros rivales del torneo durante lo que va del presente siglo.
Apenas un punto más de lo que los antecedentes permitían pronosticar. La derrota de la semana anterior en Morelia y la de ayer frente al Pachuca confirmaron la realidad: un equipo frágil, al que la llegada de ocho refuerzos no fortaleció, y que sigue dependiendo del talento de Salvador Cabañas.
El plazo que se puso el propio argentino terminó. El América tiene cuatro unidades de las 12 que disputó, es penúltimo en el “Grupo de la Muerte” y el Guadalajara ya lo dobla en puntos.
Para colmo, el goleador paraguayo no salió tan fino como en otras tardes. Sí, marcó la anotación (74’) que otorgó cierto dramatismo al cuarto de hora final, revivió a la tribuna amarilla, pero la clara falla que tuvo frente a la portería de Miguel Calero fue un duro golpe anímico para unas Águilas que salieron noqueadas al terreno de juego.
Su entrenador fue quien las mandó mermadas. En su afán por intentar sorprender a Enrique Meza, Díaz improvisó y desdibujó a su equipo.
Óscar Rojas y Juan Carlos Silva fueron a la banca. Ismael Rodríguez y el debutante George Corral fueron los encargados de suplir a los ausentes Castillo y Valenzuela, respectivamente.
José Joaquín Martínez fue colocado como volante por derecha, debido a que Enrique Vera fue recorrido al centro para suplir a Pável Pardo. A la media hora, El Pelado buscó ajustar y Andrés Chitiva sustituyó a Armando Sánchez, el mejor zaguero del equipo. Ya era tarde. Con ese cambio, Ramón Díaz arrasó con el único punto fuerte que le quedaba a su equipo: la defensa central.
Ulises Mendívil en el primer tiempo, Édgar Benítez y Blas Pérez en el complemento, gozaron de enormes espacios frente al marco de Armando Navarrete.
Por su parte, Damián Álvarez, Christian Giménez y hasta José María Cárdenas se dieron un festín con Corral. El chico de 18 años no pasó la prueba en su presentación con el primer equipo águila. Eso sí, jugó los 90 minutos, por más que su desubicación y sufrimiento eran evidentes, porque ayer el técnico del América se “suicidó”, justo en el partido que marcó el fin al plazo que él mismo se dio
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