Redacción
El Universal
DOMINGO 22 DE FEBRERO DE 2009 | 01:43
MONTERREY.- Tardó, pero llegó. El efecto Chucho tuvo que esperar 270 minutos para presumir que sabe sumar de tres. De hecho, América no lo hacía desde la Jornada 1. Y de qué otra manera podía lograrlo, sino de la mano de su Salvador: Cabañas, siempre Cabañas, el de un gol, una asistencia y la creación de una jugada para anotación. Tres, sí 3-2 sobre un Tigres que se arrastra en la zona caliente de la tabla, junto con los que luchan evitar la Primera A.
Dónde si no en el futbol mexicano la diferencia entre el de arriba y el de abajo puede estar en la disputa de tres puntos. Sí, América trepa con su triunfo en el "grupo de la muerte", no a la cima, pero lo suficiente para volver a ser contendiente para Liguilla.
Tigres palidece. Un triunfo en siete fechas y el enojo de una afición que se distingue por la paciencia.
En la cancha, la conjunción da dos equipos tensos. Que se atreven de inicio a ofender, a tirarse sobre el arco rival.
Los felinos primero. Con un Lucas Lobos en revolución. Demasiado para Juan Carlos Valenzuela, incluso para el melenudo Enrique Vera.
Así, Tigres se hizo de la ventaja. Con un Lobos que le pegaba de donde fuera. Lo hizo desde el tiro de esquina, tan cerrado, que entre la confusión de Óscar Rojas y Guillermo Ochoa, el balón reposó en la red.
Fue el mejor momento de Tigres. Sí, tan sólo 10 minutos que no repetiría hasta el final.
Y es que, América al fin se sacudió el nervio. Vera y Pardo tomaron la cintura, pero sobre todo Ángel Reyna empezó a volar por la banda derecha. Ahí Tigres se empezó a romper.
Este América muestra variantes. No es una máquina, por supuesto, pero con referencia a lo que manejaba El Pelado Díaz, Chucho Ramírez ha empezado a exprimir capacidades apagadas, aunque eso sí, apoyado por la vieja fórmula, la de única que no se ha apagado en estas épocas oscuras para los amarillos: Salvador Cabañas.
Ese paraguayo de talla un tanto gruesa es capaz de volver loca a cualquier defensa. Ayer maniató a la zaga del cuadro de Manuel Lapuente.
Fue Salvador, literal, quien se forjó su tanto. Un pechazo para Vera que le regresó el balón para que Cabañas fulminara al Conejo sobre el minuto 27.
En el complemento, mientras Tigres tomaba su siesta, el águila continuó activa y Cabañas más. Ahora con un balón que le bajó a De Pinho, para que el brasileño prolongara para Ángel Reyna, quien metió el zapato con algo de vida y confirmó la voltereta en el marcador (2-1).
El ataque no quedó ahí. Rayando el minuto 65, nuevo balón en la línea del área y de nuevo Cabañas, ahora sobre el corredor para Óscar Rojas, quien en la diagonal no falló y encontró a De Pinho para el 3-1.
Tigres tuvo vida gracias a Valenzuela, El Topo se comió un túnel que terminó en los botines de Juan Pablo García para el segundo de la casa.
Y al fin, el tigre despertó. Acorraló a los de Coapa y se cansó de fallar frente al arco. Chucho reaccionó rápido. Cambió su línea de cuatro zagueros por una de cinco. Luego retiró a De Pinho e ingresó a Esqueda, para mantener dos hombres arriba.
Así, resoplando, llegó el efecto Chucho, aunque tuvo que hacerlo bajo la vieja fórmula del Salvador, sí aquel que se apellida Cabañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario