La lluvia y el planteamiento de Honduras acabaron con el juego dinámico del Tri de Aguirre, pero bastó con un penalti ejecutado por Blanco para que México ascendiera al segundo lugar del Hexagonal.
Ciudad de México.- Si para estar en el Mundial del 2010 había que sufrir primero, sudarsangre y ahogar el grito una y otra vez; entonces, México pasó sobre Honduras la prueba, sin objeción.
Tras meses y meses de padecer, con una eliminatoria sufrida, el inminente pase al Mundial 2010 no podía ser de otra manera. Cualquier otra forma de embolsarse el boleto hubiera desafinado la hazaña conseguida por el Tri que, nuevamente, no tuvo su mejor partido en lo futbolístico, pero encontró la recompensa a un juego de esfuerzo, de nunca bajar los brazos y de taladrar y taladrar en busca de un boquete que, de la manera más burda, pero se consiguió al fin cuando a los 74 minutos hubo un valiente como Juan Carlos Cacho, al que no le importó salir rebotado como resorte al buscar el choque con un defensor con tal de abrir ese espacio de frente que Gioaprovechó y que obligó a Figueroa a la falta que originó el penal y consecuente gol del líder de este equipo, Cuauhtémoc.
Pero antes del gol de Blanco hubo una historia digna de melodrama que soportar. Y es que Honduras dejó claro que el discurso repetido mil veces en días pasados de que no atentarían contra su naturaleza ofensiva en la búsqueda de un buen resultado en el Estadio Azteca, fue sólo para llenar periódicos y mantener las aguas tranquilas entre sus jugadores, prensa y afición.
Honduras falló a su palabra, vino a caer en el lugar común de los cuadros centroamericanos que llegan al Azteca a meter el carro atrás, a rogar por una desconcentración mexicana que les diera la oportunidad de un contragolpe que matara.
Pero eso, con este equipo de Aguirre es ya casi imposible. Si Sven-Göran Eriksson fuera aún el técnico del Tri, o hasta el mismo Hugo Sánchez, cualquier cosa pudiera pasar, pero con esta reinvención que ha tenido el conjunto verde de la mano de El Vasco si algo sobra es seso en cada una de las filas y el ajedrez, como ante Estados Unidos y Costa Rica, no se desajustó a pesar de que, otra vez, el panorama lucía muy complicado ante el rocoso sistema plantado por Reinaldo Rueda.
Es cierto, a México le faltaron variantes, pocas veces acudió al librito que te indica que ante un equipo tan cerrado y bien escalonado, la solución más eficiente es la triangulación, la pared. El Tri ni siquiera pudo abusar de las bandas, porque casi no llegaron a zona de peligro, así que todo se redujo a una brava lucha en medio campo por recuperar, ir, rebotar y volver a darle para delante de una y mil formas.
Hubo oportunidades, las más claras el tiro de Magallón y la falla increíble de Sabah al tirarla a un lado del arco con un remate de cabeza cuando estaba solo dentro del área. Pero, en general, fue un duelo escaso de jugadas de alarido, provocado por la poca chispa del equipo nacional.
Pero esfuerzo siempre hubo, eso es lo que mejor ha transmitido Aguirre desde la banca y el Tri fue amo y señor de la posesión del balón y, de manera quizá hasta tardía, pero obtuvo el premio a no engancharse con el juego que Honduras le quería imponer al partido. En la noche de la inminente calificación, hubo consolidaciones absolutas a pesar de lo complicado que resultó el encuentro, ahí están las de Efraín Juárez, Israel Castro, toda la defensa, Gio y Cuauhtémoc.
Hubo otros, como Cacho, que se ganaron a pulso la oportunidad de regresar a pesar de que éste ya parecía un grupo cerrado y algunos que sembraron dudas y que Aguirre seguro les dará una oportunidad para que le demuestren que sólo fue una mala noche, como Sabah en su fallida intervención como titular dentro de la eliminatoria y Pablo Barrera, con la brújula perdida. Cuánto sufrir, cuánto sudar. Pero vale la pena, hoy, que rico sabe la inminente calificación.
Los güevos por delante
Fue una guerra. Sin muertos, pero de verdad. Honduras vino a jugar su partido, determinados e intensos a punto estuvieron de hacer una ejecución perfecta de su plan. Del lado mexicano, en cambio, hubo valor e inteligencia, temple. Los dirigidos por Javier Aguirre fueron valientes, atacaron, buscaron siempre el gol, pero nunca con la inocencia del que descuida la retaguardia. Hubo futbol, pero también güevos anoche en el Azteca. Todo lo que prometió El Vasco cuando asumió la responsabilidad de enderezar un barco a flote, hace apenas algunas semanas atrás.
Ver a Cuauhtémoc Blanco como corre, no sólo cuando su equipo tiene el balón, sino para marcar y recuperar balones, ver esto en un tipo que con el sueco Sven-Göran Eriksson se escapaba de madrugada a las fiestas, es verdaderamente asombroso. Anoche no hubo tanto talento en el equipo nacional como actitud retadora y de venganza y de vergüenza. Con eso basta y sobra para ir a un Mundial, para dominar la Concacaf. Pero no es suficiente para hacer un gran papel en un Mundial. Hoy se vale celebrar, mañana hay que ponerse a trabajar.
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