EL UNIVERSAL
SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2008
ISRAEL.GERMAN@ELUNIVERSAL.COM.MX
La tragedia, la nostalgia, la esperanza y el júbilo penden de un hilo. Los Vaqueros de Dallas jugarán el último partido de temporada regular, el cual podría ser el último en la historia del Texas Stadium si los de la Estrella Solitaria sucumben este día.
Los Cuervos de Baltimore serán el sinodal de unos Vaqueros que en medio de la urgencia de ganar para alcanzar los playoffs, podrían también ser quienes bajen el telón de uno de los escenarios más tradicionales de toda la NFL y en general de los deportes estadounidenses.
Este mítico inmueble, que fue construido en 1971 y que costó 35 millones de dólares, desearía tener una digna despedida. Cuando menos un triunfo de sus Cowboys ante un gran equipo como Baltimore o, siendo muy optimistas, los playoffs.
No es que ganarle a los Cuervos sea imposible, sin dejar de lado la gran temporada que ha tenido su quarterback novato Joe Flacco o la gran defensiva que ha encabezado este año el estelar safety Ed Reed.
Pero aún ganando Dallas, que es la parte de la que ellos pueden tener control pleno, necesitan que otros equipos en la contienda por un sitio en los playoffs no tengan éxito.
Para tener una buena posibilidad de ganar, Tony Romo necesita salir al campo con una precisión de cirujano a la hora de desafiar en la defensiva secundaria a los esquineros y safeties de los Cuervos.
La defensiva, bastante aceptable hasta ahora, necesita apoyar también para la causa, poniéndole presión a Flacco o dando muy poco respiro a sus receptores a la hora de ejecutar sus trayectorias.
Considerando que Dallas gane —porque no tienen otra alternativa para seguir con vida—, Atlanta, Tampa Bay, Filadelfia o Chicago, de preferencia los cuatro, tienen que perder o empatar para que puedan llegar a los playoffs.
El apoyo de los inmortales, en vida o en mejor vida, como Tony Dorsett, Danny White, Roger Staubach, Emmitt Smith, Tom Landry, Michael Irvin o Troy Aikman, sería benéfica para un equipo que necesita ayuda de donde quiera que ésta venga.
Además, éste sería un buen pretexto para los fanáticos de este tradicional equipo a evocar las memorias de las batallas suscitadas en los que ellos llaman, el único estadio que tiene un resquicio para que Dios pueda ver jugar a los Cowboys.
Al Texas Stadium le sobran remembranzas, héroes, detalles, anécdotas, historias, tradición y hazañas.
Este estadio, ubicado en la ciudad de Irving, parte de lo que los texanos llaman el Motroplex, es decir el área matropolitana de Dallas, Forth Worth y Arlington fue sede de cinco juegos de campeonato de la Conferencia Nacional, pero jamás fue sede de un Super Bowl. Y al parecer ya nunca lo será.
Pese a ese detalle, el Texas Stadium se equipara con escenarios como Yankee Stadium, el Boston Garden o el Madison Square Garden, con indeleble gloria.
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