NFL
Por Federico Fuentes
La situación laboral de la NFL está viviendo su momento cumbre y hasta el fanático más leal al futbol americano podría haber perdido la pista de lo que está sucediendo.
¿En dónde estamos? ¿Qué significa todo? Como apasionado de la NFL creo que estas preguntas deben ser aclaradas con el mejor esfuerzo posible. Veamos:
Para este momento es de conocimiento general que las discusiones giran alrededor de tres puntos básicos: La reasignación de mil millones de dólares(de los nueve mil que genera la liga en ingresos) que los dueños compartían con jugadores y ahora desean para sí bajo el entendido de que sus ingresos no son suficientes (de acuerdo a la revista Forbes, durante la recesión el valor promedio de un equipo de NFL cayó un 2%, la primera caída desde que la revista comenzó a valuar a los equipos en 1998), el deseo de un tope salarial para novatos y la posible expansión de la temporada regular a 18 partidos.
Por lo que se ha filtrado en los medios especializados, los bandos parecen ser flexibles en los últimos dos puntos, dejando como asunto central los mil millones en disputa. Los jugadores han expresado dudas al respecto de las finanzas de los dueños porque estos se rehúsan a revelar sus números. El único ejemplo abierto al mundo es el de los Green Bay Packers, cuyos datos son públicos como lo es la propiedad del equipo. Los números de los Packers indican que sus ganancias fueron de $9.8 millones para 2009, comparados con $20.1 millones en 2008 lo cual, si bien representa una caída considerable, sigue siendo un margen de ganancias sustancial. El mismo artículo de Forbes que habla de la caída del valor en las franquicias indica también que “gracias a los contratos de largo plazo con las televisoras, que fueron negociados previo a la recesión, la rentabilidad de la NFL nunca ha sido más fuerte”.
Todo esto es parte de la disputa pero, como decíamos, ¿en dónde estamos? Ambos bandos han llegado al punto de amenazar con acciones. Los dueños tienen como arma el paro patronal (el famoso “lockout”) que consistiría en no permitir a los trabajadores volver a la actividad hasta no solucionar el acuerdo (imaginemos al dueño de una fábrica que cierra sus puertas y no deja a sus empleados trabajar, aunque ellos así lo quieran, como herramienta de negociación; una huelga invertida).
Los jugadores responderían a ese movimiento con la también famosa “descertificación”. Lo que eso significa es que el sindicato de jugadores, la NFLPA, se disolvería. De esta manera las negociaciones no podrían continuar porque los dueños no tendrían un organismo con el cual conducir las pláticas. La descertificación abriría la puerta a que los jugadores pudieran interponer demandas contra los dueños, acusando a la NFL de prácticas monopólicas, cuya meta sería solo una orden judicial que quitaría a los dueños la capacidad de su paro patronal. El problema para los jugadores es que este movimiento podría no ser exitoso o podría tomar años en juicios.
En 1987, cuando los jugadores luchaban por obtener la agencia libre, el sindicato se declaró en huelga llevando a un proceso de negociaciones que no se resolvió sino hasta 1993 después de numerosas demandas y un par de temporadas sin un contrato colectivo.
En caso de que se permita que el contrato colectivo expire el control de los aspectos legales pasará a manos del juez David Doty, quien parece favorecer la causa de los jugadores. El juez podría retener el dinero correspondiente al pago de las televisoras hasta que se llegue a un acuerdo, lo cual dejaría a algunos dueños con enormes deudas por construcción de estadios muy mal parados.
¿En dónde estamos? ¿Qué significa todo? Como apasionado de la NFL creo que estas preguntas deben ser aclaradas con el mejor esfuerzo posible. Veamos:
Para este momento es de conocimiento general que las discusiones giran alrededor de tres puntos básicos: La reasignación de mil millones de dólares(de los nueve mil que genera la liga en ingresos) que los dueños compartían con jugadores y ahora desean para sí bajo el entendido de que sus ingresos no son suficientes (de acuerdo a la revista Forbes, durante la recesión el valor promedio de un equipo de NFL cayó un 2%, la primera caída desde que la revista comenzó a valuar a los equipos en 1998), el deseo de un tope salarial para novatos y la posible expansión de la temporada regular a 18 partidos.
Por lo que se ha filtrado en los medios especializados, los bandos parecen ser flexibles en los últimos dos puntos, dejando como asunto central los mil millones en disputa. Los jugadores han expresado dudas al respecto de las finanzas de los dueños porque estos se rehúsan a revelar sus números. El único ejemplo abierto al mundo es el de los Green Bay Packers, cuyos datos son públicos como lo es la propiedad del equipo. Los números de los Packers indican que sus ganancias fueron de $9.8 millones para 2009, comparados con $20.1 millones en 2008 lo cual, si bien representa una caída considerable, sigue siendo un margen de ganancias sustancial. El mismo artículo de Forbes que habla de la caída del valor en las franquicias indica también que “gracias a los contratos de largo plazo con las televisoras, que fueron negociados previo a la recesión, la rentabilidad de la NFL nunca ha sido más fuerte”.
Todo esto es parte de la disputa pero, como decíamos, ¿en dónde estamos? Ambos bandos han llegado al punto de amenazar con acciones. Los dueños tienen como arma el paro patronal (el famoso “lockout”) que consistiría en no permitir a los trabajadores volver a la actividad hasta no solucionar el acuerdo (imaginemos al dueño de una fábrica que cierra sus puertas y no deja a sus empleados trabajar, aunque ellos así lo quieran, como herramienta de negociación; una huelga invertida).
Los jugadores responderían a ese movimiento con la también famosa “descertificación”. Lo que eso significa es que el sindicato de jugadores, la NFLPA, se disolvería. De esta manera las negociaciones no podrían continuar porque los dueños no tendrían un organismo con el cual conducir las pláticas. La descertificación abriría la puerta a que los jugadores pudieran interponer demandas contra los dueños, acusando a la NFL de prácticas monopólicas, cuya meta sería solo una orden judicial que quitaría a los dueños la capacidad de su paro patronal. El problema para los jugadores es que este movimiento podría no ser exitoso o podría tomar años en juicios.
En 1987, cuando los jugadores luchaban por obtener la agencia libre, el sindicato se declaró en huelga llevando a un proceso de negociaciones que no se resolvió sino hasta 1993 después de numerosas demandas y un par de temporadas sin un contrato colectivo.
En caso de que se permita que el contrato colectivo expire el control de los aspectos legales pasará a manos del juez David Doty, quien parece favorecer la causa de los jugadores. El juez podría retener el dinero correspondiente al pago de las televisoras hasta que se llegue a un acuerdo, lo cual dejaría a algunos dueños con enormes deudas por construcción de estadios muy mal parados.
Todo lo anterior tiene el propósito de decir que no conviene a un bando ni a otro permitir que expire el contrato colectivo, y mucho menos llevar la batalla a instancias legales. Así lo han reconocido representantes anónimos de los negociantes, lo cual es una señal de optimismo. La mayoría de los fanáticos ha expresado la misma opinión: no importa cómo lo hagan, pero háganlo. Con los datos en mente el pronóstico más común ha sido positivo, la gente cree que no se perderá acción de la NFL simplemente porque todos (jugadores, dueños, liga y fanáticos) tenemos mucho que perder. Esperemos que así sea.
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